Hay tres aspectos de un guión que lo hace especialmente atractivo. El primero de ellos es la construcción de personajes consistentes y versátiles. El segundo es el desarrollo de situaciones las cuales, aún cuando se trate de una película de sucesos, le otorga a los personajes un desarrollo psicológico más amplio e interesante. Y luego, claro, los diálogos. Después de la imagen, el diálogo es el mejor mecanismo de composición de personajes: los delinea, los matiza, los enriquece... Y hace los mismo con toda la película.
El dialogo nunca es complementario. Cuando un personaje irrumpe en una escena de silencio es porque esa frase era imprescindible. El dialogo es la estructura social del pensamiento ya que establece de facto el mecanismo de interdependencia de un individuo con otro. Comprender esto es lo que le permite a un escritor falsificar un diálogo, quiere decir, construir una conversación sin que resulte falsa. Falsificado, no falso. Así que la condición de la falsificación es la OBSERVACIÓN y la condición de la observación es la ATENCIÓN.
Un ejercicio de escritor es construir diálogos y conducirlos a zonas insospechadas de la conversación en situaciones de su vida cotidiana explorando cuan rápido se llega o cuanto control tiene sobre esta. Es una práctica hasta peligrosa y la mar de veces gratificante.
El diálogo puede promover la acción física permitiendo que una situación se convierta en suceso. Puede revertir el suceso en situación otorgándole a los personajes mayor contenido psicológico; si bien debe comprenderse que un suceso bien manejado dibuja también al personaje. En el primer caso, acumula energía, en el segundo la disipa. También puede el diálogo generar un gap, un vacío en donde las cargas se re- acomodan, en donde la energía se reorienta a favor de uno u otro personaje en virtud de un mayor movimiento dramático.
Un ejercicio de escritor es construir diálogos y conducirlos a zonas insospechadas de la conversación en situaciones de su vida cotidiana explorando cuan rápido se llega o cuanto control tiene sobre esta. Es una práctica hasta peligrosa y la mar de veces gratificante.
El diálogo puede promover la acción física permitiendo que una situación se convierta en suceso. Puede revertir el suceso en situación otorgándole a los personajes mayor contenido psicológico; si bien debe comprenderse que un suceso bien manejado dibuja también al personaje. En el primer caso, acumula energía, en el segundo la disipa. También puede el diálogo generar un gap, un vacío en donde las cargas se re- acomodan, en donde la energía se reorienta a favor de uno u otro personaje en virtud de un mayor movimiento dramático.
Un escritor que no esté atento a la manera que él mismo suele relacionarse verbalmente con las demás personas y como cada persona de su inmediato entorno se relaciona con otros, es poco lo que puede. Leer ayuda -ayuda mucho- pero vivir atento, eso no tiene parangón.
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