Katy es una chica que ríe mucho (al estilo web claro: jajajaja. Eso es lo interesante de este tipo de comunicación: todo es significante). Katy cuenta una vida basada en acciones emocionales en las que un giro paterno (por ejemplo, abandonar una causa en contra de un eventual y tempranero matrimonio) terminó por hacer la decisión de casarse (un mecanismo curioso siempre eso de "llevar la contraria", ¿cierto?). Katy se casó con dieciséis años con un chico de dieciocho. Una edad, pienso, insuficiente para alguna buena medida de la vida y lo que es su núcleo biológico: la sexualidad. Está bien Katy no es tu caso y por eso estás en contra de todas las estadísticas (Katy rie).
Este punto de coincidencia (el de Katy y quien fue su esposo), supondría generar dos biografías paralelas y claro, interdependientes, pues como suele ser la vida aunque reclamemos esa dudosa premisa de la casualidad.
Es un ejercicio curioso comprender el mundo de motivaciones de una persona a partir, por ejemplo, de una fotografía, de una frase o, peor, de un avatar en una página electrónica. Siempre me pregunté de qué manera se hace viable, por ejemplo, un matrimonio pactado desde un chat.
El asunto es que por mucho que alguien se oculte en un avatar o icono web, siempre se puede hallar alguna información, digamos, útil. Creo que no se puede hablar con alguien que no se ve sin construirle un relato y eventualmente esa es la eficacia de la comunicación web.
Una de las herramientas de las que he echado mano en el Método es la manera en las que el actor construye el personaje. Hay en esto por lo menos dos conductas básicas. Una de ellas es construir el personaje "de afuera hacia adentro" que supone concebir un comportamiento externo, su carácter, sus tendencias visibles de funcionamiento e ir adentrándose en la urdimbre de motivaciones y enmascaramientos que es la personalidad. En contraposición existe la perspectiva "de adentro hacia afuera" que implica el camino inverso, es decir, generar condiciones básica de funcionamiento partiendo de la niñez del personaje hasta que se encuentra con por lo menos uno de los personajes de nuestro relato.
Incluso desde el nombre el personaje comienza a establecerse, a armarse: Katy, 22. Relativamente baja. cuerpo voluptuoso. Alegre y expansiva. Eventualmente depresiva.
Inmediatamente surge la necesidad de explicar estas cosas y la mejor manera de hacerlo es estableciendo lo que me gusta llamar las condiciones iniciales que con toda propiedad se encuentran en la infacia de cada individuo.
Katy es la menor de sus hermanos. Tanto el primero con el último de los hijos reflejan el contenido del conocimiento de sus padres en cada uno de estos cruciales momentos: la torpeza de la falta de conocimiento o el exceso de confianza por conocimientos acumulados. Suele ocurrir que el vástago final adquiera cierta capacidad de decisiones con un cierto grado de independencia que lo muestra voluntarioso y hasta caprichoso sobre todo si ha recibido los beneficios de una progresiva mejora en la calidad de vida de sus progenitores. Por eso Katy es la que piensa todo el tiempo en hacer negocios, en "salir adelante" por sí misma.
Es la voluntad misma y hay en esto algo de una soberanía ciega: una actitud republicana después de un siempre largo período colonial.
Este período colonial nos interesa mucho porque , lo he dicho antes, bastan los primeros cuatro años de la vida para que las estructuras de funcionamiento de un individuo queden permanentemente establecidas. Pensaría -es sólo una especulación Katy- que esta es una niña inesperada que como suele ocurrir nunca son malqueridas aunque le toma a una madre algunos largos meses de aceptación. Así que Katy (mi personaje) entró al mundo con una ligera deficiencia hepática que la condujo de inmediato a una semana de cuidados especiales. Debido a esto la madre desarrolló un mecanismo sobreprotector que la condujo a toda suerte de consentimientos.
Por eso Katy solía llorar cuando tenía hambre o cuando estaba ahíta, cuando quería un juguete o cuando le aburría el que tenía, cuando los hermanos la molestaban o cuando la ignoraban, o bien cuando estaba sola o rodeada de gente.
Su vida, hasta el punto en que comenzará nuestro relato, ha sido la de una adolescente común. Podríamos mencionar algunos sucesos irrelevantes que no servirán mucho a nuestros propósitos. Por eso lo que cuenta una biografía de personaje son estrictamente los acontecimientos de los que podremos echar mano en algún momento aún cuando escribir pequeños asuntos puede ayudarnos a darle consistencia al personaje y por tanto a su conducta que es lo que necesitamos justificar.
Después de estas condiciones iniciales que he propuesto antes, se hace coherente ese suceso cuasi-surrealista de casarse a una edad cuasi-adolescente por contrariar al papá. Este suceso me sugiere una confirmación de la conducta, porque Katy como prolongación de la terquedad (a su vez derivada de la vaga conciencia de un poder que se obtiene gracias a una madre dispuesta a ceder ante el menor capricho) es dada a los excesos. Ya lo habíamos visto: si el papá se opone a una de sus ideas, ella la llevará hasta sus últimas consecuencia.
Así que este matrimonio adolescente se evapora en unos ocho meses y Katy hereda un par de insatisfacciones: una sexualidad incompleta y una batalla con su papá perdida. De la primera emerge un territorio extenso de experimentaciones que la mantienen con una larga risa en las noches de bares y clubes. De la segunda se solidifica esa intención de república independiente y estará por ver si podrá lograrlo.
En ocasiones nuestro personaje, sola sobre la cama recién mojada, llora sus frustraciones habituales. En esta edad de ambiciones complejas llora de rabía cuando las cosas se dan de otra manera. Aquí es donde comenzamos a construir el relato.
Es la voluntad misma y hay en esto algo de una soberanía ciega: una actitud republicana después de un siempre largo período colonial.
Este período colonial nos interesa mucho porque , lo he dicho antes, bastan los primeros cuatro años de la vida para que las estructuras de funcionamiento de un individuo queden permanentemente establecidas. Pensaría -es sólo una especulación Katy- que esta es una niña inesperada que como suele ocurrir nunca son malqueridas aunque le toma a una madre algunos largos meses de aceptación. Así que Katy (mi personaje) entró al mundo con una ligera deficiencia hepática que la condujo de inmediato a una semana de cuidados especiales. Debido a esto la madre desarrolló un mecanismo sobreprotector que la condujo a toda suerte de consentimientos.
Por eso Katy solía llorar cuando tenía hambre o cuando estaba ahíta, cuando quería un juguete o cuando le aburría el que tenía, cuando los hermanos la molestaban o cuando la ignoraban, o bien cuando estaba sola o rodeada de gente.
Su vida, hasta el punto en que comenzará nuestro relato, ha sido la de una adolescente común. Podríamos mencionar algunos sucesos irrelevantes que no servirán mucho a nuestros propósitos. Por eso lo que cuenta una biografía de personaje son estrictamente los acontecimientos de los que podremos echar mano en algún momento aún cuando escribir pequeños asuntos puede ayudarnos a darle consistencia al personaje y por tanto a su conducta que es lo que necesitamos justificar.
Después de estas condiciones iniciales que he propuesto antes, se hace coherente ese suceso cuasi-surrealista de casarse a una edad cuasi-adolescente por contrariar al papá. Este suceso me sugiere una confirmación de la conducta, porque Katy como prolongación de la terquedad (a su vez derivada de la vaga conciencia de un poder que se obtiene gracias a una madre dispuesta a ceder ante el menor capricho) es dada a los excesos. Ya lo habíamos visto: si el papá se opone a una de sus ideas, ella la llevará hasta sus últimas consecuencia.
Así que este matrimonio adolescente se evapora en unos ocho meses y Katy hereda un par de insatisfacciones: una sexualidad incompleta y una batalla con su papá perdida. De la primera emerge un territorio extenso de experimentaciones que la mantienen con una larga risa en las noches de bares y clubes. De la segunda se solidifica esa intención de república independiente y estará por ver si podrá lograrlo.
En ocasiones nuestro personaje, sola sobre la cama recién mojada, llora sus frustraciones habituales. En esta edad de ambiciones complejas llora de rabía cuando las cosas se dan de otra manera. Aquí es donde comenzamos a construir el relato.
La tematica esta interesante, visto desde otra perspectiva, aunque en realidad no siempre debe ser vista desde solo un punto, puesto que tambien hay muchos factores los cuales uno ignora, me parece muy bien el desarrollo de esta historia, aunque aun desconozco el tema central, ya que con lo leido puedo destacar varios temas pero ninguno concreto, sin animos de critica espero el final del relato... felicidades por tu blog algo esoterico y lleno de sabiduria...
ResponderEliminarGracias ¿ Anónimo?, lo que llamas factores son las condiciones que -como dioses menores- creamos para que el personaje tenga un entorno de funcionamiento.
ResponderEliminarSiempre resulta sorprendente como después de generar esas condiciones se definen sus mecanismos de funcionamiento igual si adquiriera su propio albedrío (cualquier parecido con la vida real es absoluta coincidencia).