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La percepción que los demás tienen de ti difiere, por mucho, de la imagen en la que te regodeas

Ninguno de los principios del Método de Personaje han salido de la mente inquieta e ilustrada de un artista-filósofo.  Las ha producido la propia "realidad" (lo que quiera que esto signifique) en la percepción del atribulado tipo que le dio nombre a este sistema de elaboración de guiones y novelas.
Bueno, dirás, es tu interpretación del asunto.
De hecho, TODO ES INTERPRETACIÓN, así que eventualmente entendería que los modos de comportamientos que describe un personaje según El Método es la constatación de que las personas interpretan su vida de una manera diferente a como la interpretan quienes se relacionan con ellas. La interpretación es un mecanismo cultural que modela la conducta.
No intento ponerme filosófico: esta entrada es una catarsis, un -tal vez- vano intento de exorcizar los demonios que algunas personas liberan delante de tu puerta para que se cuelen en tu vida al menor descuido. (Esto ocurre especialmente con las personas que te importan y a las que les importas). La familia -¡ah, este es otro asunto!- en nombre del amor pueden hacer o hacer pasar por alto cosas innombrables; esas cosas que terminan convirtiéndose en cadenas de elefante.
En alguna ocasión escuché que en los circos se usa una fuerte cadena para que las crias de elefante no se escapen. Las clavan al suelo con firmeza de manera que no haya fuerza bruta que la libere. Cuando el elfante crece, basta con ponerle una cadena sin mayores fortalezas con un debil anclaje para que el animal no haga el menor intento de fuga. 
Antes que cualquier otra, la primera institución que incide en la formación del carácter es castigo. Es sin dudas la mayor cadena de elefante que termina modelando el modo en que funcionamos. El comportamiento humano es normalizado gracias a esta.
El Método de Personaje tiene un principio que suelo evocar  continuamente que es el carácter inamovible del personaje. Es un principio poderoso sin el cual no se puede articular ningún relato consistente.
Este principio supone que uno, como escritor, modele caracterológicamente al personaje (algo que he  considerado en otra entrada) diseñando las condiciones iniciales de su existencia. A partir de entonces el trabajo del escritor es el de generar las circunstancias en que el personaje tendrá, de acuerdo a esta estructura de comportamiento que le hemos establecido, su ámbito de acción.
Cuando había pensado en esto para articularlo en un método, eventualmente reparé en que tenía, más cerca de lo que me gusta admitir, un verdadero "caso de estudio". No soy de los que anota en bitácoras ni se ampara en investigaciones previas, prefiero considerarme un buen observador (primero de mi mismo que es por donde empezó todo esto).
El caso, clásico para mí, es el de la niña esclavizada por una hermana mayor (es el personaje de mi primera novela) en medio de condiciones semi-marginales en un ambiente suburbano del siglo XX. Esta niña recibía palizas frecuentemente fuera porque las ollas no brillaban, o porque le gustaba leer o porque la hermana recibía de su marido sus propias palizas (y por catarsis la replicaba en la hermana).
Esta niña quiso aprender otro oficio que no fuera  el de empleada doméstica y un día, cuando fué arrojada contra la pared y todo el barrio escuchó el golpe y la caida incosciente, la madre no pudo decir más que no sabía y se la trajo de regreso con ella. Pero esta niña ya tenía una misión que le había otorgado la madre (tal vez por eso la envió en entrenamiento con la hermana); esta niña la cuidaría en su vejez y aún cuando creció y hasta sacó una carrera universitaria, estuvo asistiendo a la señora en sus achaques y chantajes hasta un día.
La noción de castigo tiene el hábito del humo. Es definida apenas sale del cigarrillo para convertirse en miasma. Una vez que se vuelve etérea, tus neuroreceptores dejan de percibirla (se acostumbran) y únicamente quien te visita repara en el desagradable vapor que te circunda. 
El castigo hizo que esta niña superara algunas de sus condiciones iniciales: las tareas las finalizaba a costa de sí misma: cual elefante estaba convencida de que si no las terminaba algún tipo de castigo, social o divino, le acaecería.
Esta niña se enamoró de un hombre (esta es otra novela) y este hombre terminó de sacarla del circulo vicioso en que la madre la mantenía en movimiento aparente. Entonces la odiaron (la madre, las hermanas y los allegados). Una de la hermanas, por cierto,  se convirtió en la pequeña diosa de la casa porque se fué con su carrera lucrativa a vivir su vida y la vida de la madre la complementa con su poco de dinero.
 La niña, por su parte, siguió visitando a la madre para escuchar reclamos sobre el hombre que le había ayudado a salir del círculo y sobre ella misma. Siempre que la visitaba no llegaba en plan social, iba a hacer oficios (domésticos, si hace falta la aclaración) y por su puesto no recibía el menor agradecimiento por ello.
Sin embargo (recuerda la imágen del elefante), cuando por rencor la madre, las hermanas y media mitad de ese pequeño mundo, le "pidieron" que se castrara, la niña, que ya había superado los treinta, bajo la misma égida del castigo permitió a su hermanita médico (sí, la de los buenos ingresos), inabilitara su capacidad de generación vital.
Toda una telenovela.

Comentarios

  1. Muy buena la percepcion del personaje ante la situaciòn dada. Pero lo mas importante que al hacer LA DIFERENCIA llegò alcanzar sus objetivos en su vida; a pesar de su ambiente familiar. Logrò encontrar una luz en el camino y romper el esquema familiar....
    Nina...

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