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La condición del diálogo

Cinco minutos antes de irse a su oficina una mujer le pide a su marido que salga de su vida. Es evidente que se ha tomado su tiempo para concebir esta formulación. Así que administra cada uno de sus recursos (palabras, expresiones, postura y hasta pensamientos) para ofrecer una completa imagen de la ecuanimidad.
Esta mujer sabe lo que está haciendo.
No ha sido una conversación banal, ni siquiera el punto álgido del último encontronazo. Si hubiese que escribir un diálogo resultaría sin duda una conversación breve; en cambio larga y circunvoloide como suelen ser las rutas de los matrimonios contruidos sobre los mitos que genera la cultura.
No es sobre el matrimonio que trata esta entrada porque eso es un logro de la economía antes que de la cultura que le da soporte y debe ser territorio de disquisiciones de una antropología que que no se ha hecho. Tampoco es sobre los mitos o El Mito, que merece  un sitio diferenciado y que El Método reconoce como el ámbito en el que la Historia emerge y que nunca abarcará del todo.
Sin embargo, cuando se quiere construir un diálogo que promueva la acción dramática (es decir que lo que se diga conduzca más tarde a un nuevo e imprevisible acto del personaje), se deben comprender estás dos zonas, una incluida dentro de la otra (la Historia en el Mito), para fornular un grupo de condiciones del diálogo:

ELLA
Voy a decirte algo que has estado esperando

EL
Sí.

ELLA
Voy a decirtelo ahora que tengo la voluntad y la energía para enfrentar las consecuencias... Quiero que te vayas.

EL
Nadie merece vivir así...nadie.

ELLA
No tiene que ser ya... Necesitas ver a donde vas a ir... Ojalá no afecte mucho a nuestro hijo...

EL
¿Por qué lloras? Sabíamos por donde venían las aguas... Era cuestión de tiempo...

ELLA
Yo no quiero pero ya no te tengo confianza...

EL
Lo que no puedes hacer, lo que no puedes volver a hacer, es tirar tu angustia, tus rencores a los pies de nuestro hijo... Él deberá entender... Es algo que ocurre todo el tiempo... que ha visto que ocurre...

ELLA
Es dificil para mi, muy dificil... ¡Te he querido tanto!

La propia estructura del dialogo, aún sin intenciones marcadas, permite esbozar un relato rico y complejo:

  1. Existe un antecedente como condición de este diálogo. Es un hecho precursor que podría estar presente en el Relato (lo que conoce el perceptor) u oculto en la Historia (a donde el perceptor sólo puede tener acceso mediate el Relato).
  2. Es una situación calma; se atiene al tono pausado y las palabras escogidas, al mismo tiempo que intensa (eso puede mejorarse, claro) si se asume el rico mundo emocional que deja trapasar.
  3. Sin embargo, lo más importante para mí es que promueva alguna acción física aunque sea sutil. No es este el caso donde ella llora. No se especifica, no ha sido marcado, de qué manera lo hace (LLORA CONTENIDAMENTE, SOLLOZA, LLORA DESESPERADAMENTE, etc.; cada intención puede generar un relato diferente), nos importa por el momento que en cinco líneas se haya generado una acción expresada en "¿Por qué lloras?".
Es consuetudinaria la dificutad para producir diálogos entre guionistas y realizadores. Me asombra por el hecho de que esa es una carencia de conducta: una limitación de la observación como mecanismo cognitivo. Es que quien escribe está obligado a ser un obersvador agudo y perspicaz de todo en lo que participa y en primerísimo lugar de su propia actividad.
Un buen diálogo debe tener la capacidad de expresar la riqueza mundial del personaje de quien procede. La vitud de un diálogo se encuentra bastante lejos de decir "cosas inteligentes" sino  antes, de hacer coherente y creible al personaje. No hay atajo para esto. Sólo la observación puede resolverlo.
No hay persona por sosa que no tenga su instante de gloria, así como por lo menos una expresión soez en cada reconocido genio.  
Mover las fichas de lo resueltamente mundano y lo aceptablemente divino es la verdadera artesanía del diálogo: hacia un lado la chabacanería, hacia el otro casi siempre la mojigatería (aún se pinte en tonos lilas).
En todo caso y es una generalidad, los diálogos en casa, entre marido y mujer, suelen ser poco literarios y mucho menos inteligentes.
De manera que -eventualmente- esta mujer entra al baño donde el llanto ya no es más contenido. Luego sale a la calle con todos sus pedazos. El hombre del diálogo decide reconstruirlo para alguna imaginaria novela mientras cuestiona sus próximos pasos.



Comentarios

  1. Me parece que es dificìl buscar el momento preciso para comenzar a dialogar de una decisiòn tan importante para el final de una etapa de la vida; que se ven involucrados muchos aspectos emocionales, familiares.

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